High
Fidelity.
Italia
siempre ha sido sinónimo de pasión por el automóvil. Muchas veces
cuando pensamos en coches de ensueño nos vienen a la cabeza esos
míticos vehículos que provocan sonrisas imborrables, momentos
inolvidables que nos transportan a otro mundo; un mundo de
sensaciones donde poco lugar queda para la razón, ya que tras el
volante, fluyen sentimientos que son tan difíciles de transmitir con
palabras, como imborrables de nuestro recuerdo. Todos recordamos la
primera vez que nos subimos en un coche que nos ha marcado, ya que
parece que ha comprado con su personalidad una parcela en nuestro
corazón. A lo mejor comprar no es la palabra más adecuada, ya que
son auténticos conquistadores, cuyos reclamos son innegables para
cualquiera que tenga un sentimiento de empatía con el propósito
para el que fue creado, el disfrute. El compañero del que les voy a
hablar hoy, tiene un lugar privilegiado en la memoria de aquellos que
más que comprender, sienten estas palabras. Les presento como no, al
fantástico Lancia Fulvia HF.
Empecemos
por su figura. El Lancia Fulvia siempre pudo presumir de una belleza
incondicional desde sus primeras versiones en 1963, y mantuvo la
esencia hasta sus últimas versiones en 1976. Las angulosas formas
de su carrocería convergen de la forma más armoniosa, en
consecuencia nos encontramos ante un coche con una personalidad
encomiable, cuyas aristas, fluyen dando estilo a un cuerpo con una
baja cintura. La zaga presume de un diseño bastante italiano, con
pequeños pero muy logrados pilotos traseros, insertados en un diseño
de aspecto cóncavo tan de moda en buena parte de los deportivos de
la época. Mientras tanto, el morro se ve presidido por una bonita
parrilla en forma de V, muy adecuada, ya que complementa
perfectamente con la disposición del bloque que hallamos en el vano;
para rematar, sus cuatro faros delanteros quedan en singular
contraposición dada su circular forma, y dotan al Fulvia de una
presencia espectacular. De perfil nos encontramos con una marcada
línea lateral, culpable del portentoso carisma del coche y una de
las múltiples causas por las cuales nuestro amigo goza de una buena
legión de seguidores.
Tras
ver el exterior, no podemos reprimir el impulso de subirnos y
descubrir que nos aguarda en el interior. Al sentarnos en la butaca
del conductor, topamos con un volante de generosas dimensiones,
terminado en madera y aluminio. En el salpicadero nos encontramos con
una plancha de caoba que alberga el cuadro de relojes, cuya
información es más que suficiente, ya que dispone de tacómetro y
agujas para la presión del aceite y temperatura, además del
correspondiente cuentakilómetros y medidor de combustible. En el
lado del acompañante el anagrama “Fulvia” complementa el
resultado final. La palanca de la caja de cambios está bien situada,
y los pedales, aunque quedan un poco cerca, son adecuados para un uso
deportivo.
Pasamos
al corazón del pequeño deportivo. En sus primeras versiones, el
curioso motor V4 estaba inclinado 45 grados y era de apenas 1216cc,
pero poseedor de una valentía considerable al desarrollar 88 cv a
6000 rpm, gracias en parte a sus dos carburadores Weber 34 DOL de
doble cuerpo -posteriormente pasaron a ser Solex-. En el Coupé
Rallye de 1967 el motor fue rediseñado, reduciendo el ángulo entre
bancadas, de 12°
53' 28'' a 12°
45' 28'', y aumentando la cilindrada a 1298cc, manteniendo la
potencia, pero incrementando ligeramente el par. Al año siguiente,
con la versión Coupé 1.3 HF, el motor aumentó la relación de
compresión de 9:1 a 10,5:1, y por consiguiente, la potencia subió
hasta la más que respetable cifra de 101 cv. La mayor modificación
vino en 1969, con la ampliación a 1584cc, y la mayor reducción del
ángulo entre cilindros, que pasó a ser 12°
20' 00''. La potencia se elevó hasta los 114 cv, y el par, hasta
unos más que respetables 15,6 kgm. Con este motor el Fulvia era
capaz de alcanzar los 180 km/h y rozar los 10 segundos en el 0 a 100.
Ahí es nada.
La
potencia se transmitía a las ruedas delanteras -todo un avance en la
época- a través de una caja de cambios de 5 velocidades
sincronizadas con la primera hacia atrás, cuyo suave manejo se
consideraba agradecido en conducción deportiva, a pesar de contar
con unos largos recorridos que dificultaban unos rápidos cambios de
marcha.
El
manejo del coche es su principal virtud, mostrándose estable en todo
momento y gozando de una agilidad envidiable, gracias a unos
neumáticos de 175/70-R13, y un peso inferior a 900 kilos. Con frenos
de disco en las cuatro ruedas, la detención es más que suficiente,
aunque un corto recorrido del pedal dificulta la maniobra del
punta-tacón. En el aspecto de la supensión se le podría aprobar
con nota, ya que a pesar de contar con ballestas en el tren trasero,
ofrece un buen equilibrio entre efectividad y confort.
No nos podemos olvidar de la versión más radical de nuestro amigo, denominada Fanalone. Su motor evolucionó hasta alcanzar la increíble cifra de 132 cv, algo muy destacable dada la época en la que fue concebido. Podemos distinguirlo por su radical apariencia, con sus llamativos pasos de rueda en color negro, y por la carencia de parachoques. Toda una declaración de intenciones de la mítica marca italiana, siendo así, no es de extrañar que el Fulvia goce de un palmarés envidiable en competición, destacando múltiples podios en rally, y varias victorias como las conseguidas en las pruebas de Gran Bretaña en 1970, y Montecarlo, Marruecos y San Remo en 1972; logrando así el campeonato de constructores de Lancia en ese mismo año.
En definitiva, el Fulvia puede considerarse como un gran coche con una gran cantidad de virtudes; como un motor elástico, un excelente manejo, un diseño muy agraciado, y acabados de primerísima calidad. Las únicas faltas que se le pueden asociar al coche, son un notable descenso de calidad en los modelos de tercera serie, un pedal del freno complicado, y un precio que aunque pudiera parecer justificado dado el alto nivel de ingeniería, era demasiado elevado.
Ficha técnica Lancia Fulvia 1.6 HF:
Ficha técnica Lancia Fulvia 1.6 HF:
Motor:
Disposición:
Longitudinal, inclinado 45 grados, V4 a 12°
20' 00''.
Cilindrada:
1584cc
Alimentación:
Carburadores de doble cuerpo Solex
Diámetro
x Carrera: 82x75mm
Potencia:
114 cv a 6000 rpm.
Par
máximo: 15,6 kgm a 4500 rpm.
Transmisión:
Caja
de cambios: 5 velocidades sincronizadas.
Tracción:
Delantera.
Frenos:
Hidráulicos, de disco en las cuatro ruedas.
Dimensiones
y pesos:
Largo/Ancho/Alto:
3975x1570x1300 mm.
Batalla:
2330 mm.
Ancho
de vías delantero y trasero: 1300 y 1280 milímetros
respectivamente.
Peso:
850 kg.
Suspensión:
Delantera:
Independiente con ballesta tranversal y cuadriláteros transversales.
Amortiguadores óleo-neumáticos telescópicos. Barra estabilizadora.
Trasera:
Eje rígido tubular con ballestas longitudinales. Amortiguadores
óleo-neumáticos telescópicos.
Prestaciones:
Aceleración
de 0 a 100: 10,3 segundos.
Velocidad
máxima: 180 km/h.
Consumo:
10,8 l/100km.
Nota del editor: Debido a diversas adversidades, el blog ha estado aparcado durante meses, no obstante, Punta-Tacón recuperará el ritmo con más entradas en el futuro, que espero que sean de su agrado. Un saludo.
Agradecimientos: A Ramón Roca, por facilitarnos información sobre nuestro estimado amigo. Desde aquí le mandamos un saludo, y le pedimos que siga deleitándonos con sublimes entradas dedicadas al mejor amigo del hombre, ese que siempre nos entiende en todo momento, el automóvil.
Pueden ver sus entradas en 8000vueltas.com, una página imprescindible para los aficionados más puristas.
Nota del editor: Debido a diversas adversidades, el blog ha estado aparcado durante meses, no obstante, Punta-Tacón recuperará el ritmo con más entradas en el futuro, que espero que sean de su agrado. Un saludo.
Agradecimientos: A Ramón Roca, por facilitarnos información sobre nuestro estimado amigo. Desde aquí le mandamos un saludo, y le pedimos que siga deleitándonos con sublimes entradas dedicadas al mejor amigo del hombre, ese que siempre nos entiende en todo momento, el automóvil.
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