De entusiastas a delincuentes.
Todos
disfrutamos de esa sensación agradable que uno tiene cuando conseguimos un
trato justo y nos vamos satisfechos después de cerrar un acuerdo, adquirido
algún bien concreto tras lograr un buen negocio, o alcanzado aquello que tanto
esfuerzo y trabajo nos ha costado con la posterior sensación de recompensa.
Pero también hay veces en las que uno tiene el pálpito de que va a salir
perdiendo, y hoy concretamente nos vamos a centrar en eso, porque sin comerlo
ni beberlo, es lo que nos está ocurriendo.